En este segundo día de Asamblea hemos querido enfocar la mirada para “DESCUBRIR JUNTOS” qué nos está diciendo AQUÍ y AHORA la realidad.
Hemos acogido la Palabra en la que el Eclesiastés nos sitúa que este es el tiempo que tenemos, que es el tiempo para nacer (y para morir), que es el tiempo para edificar (revisar los cimientos y las construcciones), que es tiempo para danzar al son de la vida, que es tiempo para contemplar y acoger, que es tiempo para descubrir juntos el camino a recorrer.
Hemos podido reconocer que juntos somos diversos, que son diversas nuestras expresiones y respuestas en torno a la vida y la fe, que estamos comprometidos en el cuidado de las personas para seguir creciendo y compartiendo nuestros proyectos vocacionales. Que nos sentimos parte de una grande y extensa red de relaciones, de proyectos, de realidades y de encuentros. Que asumimos que somos en Dios expresión de su profunda y divina humanidad.
Queremos vivir en primera persona el carisma marista como acento de vida y sinónimo de Evangelio desde el que damos respuesta a “los problemas de hoy”. Sabemos que tenemos que estar atentos a los signos de los tiempos para descubrir la manera de comunicar la experiencia de encuentro con el Dios_de_la_vida que nos urge a cultivar la comunión, la sororidad y la disposición al encuentro. No podemos vivir de espaldas a nuestro tiempo, a los gritos y clamores de nuestro mundo, a las presencias entre jóvenes, a las periferias geográficas y existenciales porque somos hermanos y hermanas para el encuentro.
Nuevamente, hemos dejado que resuenen en nosotros las llamadas recogidas en el XXII Capítulo general (2017) a modo de escenarios para el encuentro: familia carismática global; ser el rostro y las manos de misericordia de Dios; ser constructores de puentes; caminar con los niños y jóvenes más vulnerables; y, responder a las nuevas realidades emergentes del siglo XXI. En estos cinco escenarios hemos podido intuir a qué nos está llamando el Dios de Jesús como maristas de Champagnat en nuestra Provincia Ibérica.
La realidad nos mira, nos interpela, nos encuentra y en ella descubrimos y reconocemos llamadas para movilizarnos. Podemos apropiarnos del espíritu de la Evangelii Gaudium que nos desafía a “descubrir y transmitir la mística de vivir juntos, de mezclarnos, de encontrarnos, de tomarnos de los brazos, de apoyarnos, de vivir una verdadera experiencia de fraternidad”.
“Misión, espiritualidad y vida compartida son los tres colores que, juntos en una sola armonía, nos caracterizan y nos hacen confesar: ¡Somos maristas!” (EMM).
Iñigo García