Lardero, 1 de noviembre de 2024, día de todos los Santos.

La mañana se levanta fría y neblinosa, muy propia del mes de noviembre que acabamos de estrenar. Nuestra jornada la comenzamos con un tiempo de oración, centrado en el recuerdo de todos los Santos, como corresponde a esta jornada. Pero hablar de todos los santos no se limita al recordatorio del santoral “oficial”, sino que incluye a todos esos santos y santas anónimos. Esas personas que han pasado por nuestra vida, que nos han acompañado y que, en días como este, echamos en falta. Asimismo, nos anima que todos nosotros estamos también llamados a ser santos, a ser reflejo para los demás del amor de Dios por nosotros. Con ese espíritu, la oración finaliza con una declaración personal que nos decimos unos a otros: “yo quiero ser santo, y que me ayudes a serlo.”

Como segundo momento, el hermano Abel, Superior provincial, nos da la bienvenida y nos anima a vivir y ser protagonistas de la Asamblea. Así, nos anima a mirar más allá, con una mirada nueva que nace de la compasión, hacia nosotros mismos y hacia el mundo; una mirada que sabe ver dentro y ver más allá; una mirada que no se detiene ante la fragilidad, sino que sabe asumir los fracasos. Finaliza su motivación con un recuerdo de la carta de San Pablo a los cristianos de Roma: Y no os amoldéis a este mundo, sino, por el contrario, transformaos con una renovación de la mente, para que podáis discernir cuál es la voluntad de Dios.” (cfr. Romanos 12, 2).

Tras la presentación por parte de Silvia Martínez de los espacios simbólicos que están repartidos por la casa, y un tiempo de distensión para conocernos animado por el hermano Andoni, la dinámica de la mañana nos anima a conocer tres espacios de motivación por medio de los cuales trabajamos las conclusiones de las Asambleas locales y zonales, de la Asamblea Internacional de la Misión Marista (MIMA) y del Fórum Internacional sobre la vocación marista laical. Las conclusiones de estos tres ámbitos serán un buen punto de partida hacia los mensajes finales de esta asamblea.

Ya entrada la tarde, se inician los talleres de trabajo y reflexión en grupo. Pero como la dinámica seguirá al día siguiente por la mañana, para no desvelar las sorpresas que encierran, hasta mañana no podemos contar su contenido. ¡Sed pacientes!

El trabajo del día termina con la celebración de la Eucaristía, ofrecida por esos santos anónimos que dejamos en nuestro corazón en la oración de la mañana. Un tiempo para reposar todo lo vivido en el día, y dejar el corazón abierto para lo que estar por venir.


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